¡PIEDRA LIBRE A LOS NÚMEROS!

Los  números son mágicos, se esconden en todos lados y nadie los hubiera visto si no fuera por los sabios de la antigüedad, cuando las unidades de medidas se basaban en el tamaño de determinadas partes del cuerpo humano.

El más famoso y más mentado por es  Fi, que está oculto en todas partes y es llamado el “número de oro” o de “la proporción de oro”, que no es otra que la del cuerpo humano.  Fi, que tomó su nombre del escultor griego Fidias, es el número 1,617…hasta el infinito,  porque es irracional.

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Si uno mira bien, Fi está en  la pirámide de Keops, en el Partenón, entre otros grandes monumentos antiguos. Pero también se lo encuentra en el crecimiento de las plantas, de los frutos de los pinos, en la distribución de las hojas en un tallo, en la formación de las caracolas…

En las cinco puntas de la llamada “estrella de Pitágoras” se deducen otros tantos elementos de medida:  ancho del dedo, ancho de palma, palmo, pie y codo que en conjunto tienen las propiedades geométricas de la sucesión de Fibonacci. Esta serie se forma con 1,2 y a continuación el resultado de la suma de los dos números anteriores. Así: 1,2,3,5,8,13,21,34,55…y así sucesivamente. Si dividimos el último número por el anterior nos da… ¡Fi! (55 dividido 34=1,61764). Y cada vez veremos más decimales del “número de oro” en la medida en que avanzamos en la serie de Fibonacci y hagamos la división del último por el anterior.

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